2023 arrancó con unas predicciones funestas sobre la ralentización de la economía de EE. UU. y el temor a una recesión. Los bancos centrales lucharon contra la inflación mientras los salarios no dejaban de subir en Estados Unidos, Europa y el Reino Unido.
Los mercados del petróleo mostraron una menor volatilidad que en 2022, con el crudo de referencia Brent en una media de 80 $ por barril este año, ya que la fortaleza del dólar y el aumento de la producción de los países no pertenecientes a la OPEP+ pesaron más que los recortes de la OPEP+. Los rendimientos de los bonos se dispararon hasta finales del mes de octubre, con los rendimientos del Tesoro alcanzando máximos de 15 años, ya que la incertidumbre sobre la sostenibilidad de la deuda de EE. UU., el aumento de los riesgos geopolíticos en Oriente Medio junto con las crecientes tensiones entre EE. UU. y China, la OTAN y Rusia, y la preocupación por el ciclo electoral de 2024 en EE. UU. y Europa empezaron a afectar a los mercados. La renta variable estuvo liderada por las acciones de las 7 empresas de gran capitalización, con los valores de las compañías relacionadas con la inteligencia artificial (IA) a la cabeza, dando lugar a que el índice S&P 500 alcanzara nuevos máximos en 2023. A pesar de que el crecimiento económico mundial se ralentizó, la tan temida recesión en EE. UU. no acabó materializándose, ya que el persistente impacto del estímulo fiscal impulsó el crecimiento, con un sólido crecimiento en EE. UU. en el tercer trimestre de 2023 y una inflación subyacente que siguió cayendo.
En qué pensar en 2024
Los inversores se enfrentan a una serie de riesgos nuevos y continuos en 2024, ya que algunos no descartan el riesgo de recesión. De acuerdo con BNP Paribas, el exceso de ahorro de los consumidores está disminuyendo, y el aumento de los tipos de interés está teniendo un efecto inevitable en la demanda, tanto de bienes como de servicios, y especialmente de vivienda. BlackRock ha señalado que la situación ha cambiado y que esta es estructural debido a la naturaleza cambiante de la mano de obra como consecuencia del envejecimiento de la población.
Existe cierto desacuerdo sobre la desaceleración prevista en la primera parte de 2024 y sobre su intensidad. Según ha informado JPMorgan Asset Management, el problema suele ser el "desfase largo y variable" de la política monetaria, ya que cuando la confianza de los consumidores cambia, esta lo hace rápidamente. A diferencia de muchos que anticipan ese aterrizaje suave, Allianz sigue creyendo que se avecina una recesión en EE. UU., mientras que Fidelity prevé una recesión cíclica el año que viene debido a que los tipos de interés se mantendrán demasiado altos durante demasiado tiempo. La mayoría de las previsiones no son tan desalentadoras, ya que Invesco cree que una política monetaria restrictiva, unos consumidores cada vez más presionados y unas perturbaciones idiosincrásicas del crecimiento sugieren que el crecimiento mundial seguirá ralentizándose el próximo año. Esto puede deberse a que las condiciones financieras que lastran el crecimiento probablemente disminuirán. Sin embargo, de acuerdo con Goldman Sachs, el riesgo de recesión es muy limitado a pesar de varios vientos de cola para el crecimiento mundial y piensa que, a pesar de que los bancos centrales posiblemente hayan actuado con demasiada lentitud en 2022 y 2023, estos están dispuestos a aplicar recortes en el caso de que el crecimiento se ralentice.
En lo que parece haber unanimidad es en que se espera que la inflación siga bajando a lo largo de 2024, aunque el ritmo será desigual. A pesar de que el equilibrio entre la oferta y la demanda en el sector de los bienes ya se ha completado en gran medida, el impacto en la desinflación de los bienes básicos, tal y como señala Goldman Sachs, todavía está desarrollándose y es probable que continúe durante la mayor parte de 2024. Es probable que el dólar estadounidense caiga hasta 2024 e impulse los activos no denominados en dólares, aunque los acontecimientos geopolíticos podrían dar lugar a que la divisa vuelva a subir si los inversores buscan un refugio seguro.
Sin embargo, aunque la inflación podría ralentizarse, es probable que el crecimiento salarial mantenga la inflación subyacente más alta que antes de la pandemia de la covid. Todavía se está debatiendo cómo actuarán los bancos centrales en 2024, ya que mucho dependerá de la tasa de inflación impulsada por la demanda. El apetito por el riesgo debería empezar a mejorar, pero la incertidumbre en torno a cuándo empezarán los recortes de tipos podría generar volatilidad hasta que cambien las orientaciones de los bancos centrales.
Aparte de las incertidumbres macroeconómicas, hay una serie de riesgos potenciales para 2024 que deben ser tenidos en consideración:
Energía: A pesar de la caída del precio del gas y de la reorientación del suministro energético desde Rusia, el problema de la inseguridad energética en Europa persiste, ya que el conflicto en Ucrania sigue abierto. Este se ha visto exacerbado por el ataque a Israel y la amenaza de una ampliación del conflicto, que aunque no es tan alta como en octubre, sigue estando ahí. También puede haber más tensiones en los mercados energéticos mundiales en 2024, a medida que entre en vigor la política energética ecológica de la UE y se prevea que continúen los recortes por parte de la OPEP+.
Disonancia económica: Esto se reflejará en las políticas divergentes de los bancos centrales. En este sentido, el Banco de Inglaterra ha sido más lento en recortar los tipos que sus homólogos estadounidenses o europeos. También existe la posibilidad de que los mercados de bonos se vean afectados, ya que la cuestión del techo de la deuda estadounidense volverá a afectarles en enero y febrero, junto con el ciclo político. Las cuestiones relativas a la sostenibilidad de la deuda y a los niveles adecuados de endeudamiento no solo afectarán a Estados Unidos, sino también a otros mercados desarrollados.
Relaciones geopolíticas y geofragmentación: Tal y como hemos señalado anteriormente en nuestros informes ¿Qué impulsa el comercio mundial? El impacto de la geopolítica, la tecnología y el clima en los mercados (en inglés) y Las energías renovables y las nuevas superpotencias de las materias primas, los países están haciendo cambios en sus vínculos regionales, modificando sus prioridades nacionales (generalmente ligadas a políticas industriales) y replanteándose su participación en bloques económicos para sectores sensibles y de importancia estratégica. Esto significa que los costes de producción están aumentando en todos los mercados desarrollados a medida que las relaciones comerciales de los países cambian y que la deslocalización y la deslocalización amistosa tienen el potencial de hacer subir la inflación. Y 2024 será el mayor año de la historia, con más de la mitad de la población mundial votando. Las elecciones en EE. UU., el Parlamento Europeo, Taiwán y la India podrían cambiar el panorama geopolítico.
La transición hacia una economía baja en carbono: Aunque el acuerdo de la COP28 ha sido considerado por algunos como una evasiva, el compromiso con la reducción de los combustibles fósiles pone de manifiesto que habrá un mayor interés en el desarrollo de combustibles alternativos y de infraestructuras resistentes al cambio climático por parte de inversores y gobiernos. Esto debería servir de apoyo tanto a la tecnología como al sector de los materiales.
¿Qué significa todo esto para los inversores?
Está claro que el mercado de bonos está cambiando. Ante la previsión de que los rendimientos sigan cayendo, es probable que muchos inversores ahora busquen ampliar la duración. También se espera que los mercados de renta variable se beneficien de cualquier recorte de los tipos de interés por parte de los bancos centrales, y que otros sectores experimenten un crecimiento si Estados Unidos logra el tan esperado aterrizaje suave. Aunque el enorme interés por la inteligencia artificial (IA) se mantendrá, es posible que haya llegado el momento de que los inversores miren más allá de las siete empresas de gran capitalización y amplíen su exposición. Otra área de interés seguirán siendo los mercados emergentes (ME) que, a pesar de un dólar estadounidense todavía alto, ofrecen una variedad de oportunidades tanto en renta variable como en bonos. La atención debería centrarse en los países con un impulso cíclico positivo y buenas historias de crecimiento estructural.
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