Las energías renovables y las nuevas superpotencias de las materias primas

Las energías renovables y las nuevas superpotencias de las materias primas

Sobre este informe

En este informe exploramos los cambios que se están produciendo en la economía mundial en términos de seguridad energética, sostenibilidad e influencia geopolítica. También analizamos el ascenso de los mercados emergentes como superpotencias de las materias primas debido a sus asignaciones de recursos naturales y el impacto que esto tiene en la evolución de las asociaciones geopolíticas. Consideramos el impacto potencial de la normativa sobre regulaciones ambientales, sociales y de gobernanza (ASG o ESG por sus siglas en inglés) en el desarrollo de las energías renovables. También examinamos cómo se pueden combinar todos estos factores y qué impacto están teniendo todos ellos en la influencia y la riqueza de los mercados emergentes. Por último, consideramos cuál puede ser el impacto para los inversores de los mercados financieros en términos de divisas, bonos y mercados de renta variable.

Resumen ejecutivo

Lo que se ha puesto de manifiesto durante los últimos años tras la pandemia de la covid y la ampliación de los riesgos geopolíticos después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, es que la seguridad energética y las cadenas de suministro son fundamentales para el crecimiento de un país. Como resultado, una gran cantidad de países están intentando deslocalizar las cadenas de suministro de materias primas por motivos de seguridad, geopolíticos o de sostenibilidad. Además, el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos pone cada vez más de manifiesto que se está produciendo una aceleración en el cambio climático. Las devastadoras consecuencias del cambio climático, junto con los avances tecnológicos, podrían dar impulso a los movimientos hacia la descarbonización global. En este sentido, 140 países han acordado convertirse en emisores “netos cero” para el año 2050. La transición a la energía “verde” es costosa debido a que requiere importantes inversiones en generación de energía, distribución en red, almacenamiento de carbono y otros requisitos de infraestructura energética. Con el fin de llegar a un futuro más sostenible y neutro en carbono y mejorar la seguridad energética, los países están recurriendo a una combinación de cambios normativos, política industrial y gasto fiscal. Todo esto podría tener implicaciones positivas para aquellos países, especialmente los mercados emergentes (ME), con los recursos naturales necesarios para crear esas tecnologías de energías renovables.

Sin embargo, existen ciertas cuestiones que podrían afectar a la capacidad de los países ricos en materias primas para convertirse en superpotencias. Entre ellos podemos destacar:

  • La geofragmentación de los mercados de minerales no solo haría más costosa la transición energética, sino que podría inducir más crisis de suministro, volatilidad e incertidumbre en los mercados de materias primas. Es probable que los mercados desarrollados recurran más a la “deslocalización” y a la “deslocalización amiga” de elementos críticos de la cadena de suministro en vez de invertir en los mercados emergentes.
  • Las elasticidades de la demanda y la oferta de minerales críticos son bajas, razón por la cual las interrupciones del comercio podrían aumentar la presión al alza sobre los precios de los minerales. Si resulta demasiado costoso, se produciría una caída de la demanda y estos países no podrían beneficiarse del exceso de oferta.
  • La competencia de superpotencias bien establecidas en el sector de las materias primas, como China y Brasil, que ya realizan más procesamiento y fabricación de valor añadido a nivel nacional.

Las oportunidades y los riesgos para los inversores de los mercados financieros existen en una serie de espacios que incluyen la inversión directa en materias primas, en particular en metales de tierras raras, así como en empresas asociadas a los sectores, divisas de mercados emergentes y productos financieros “verdes” y/o sostenibles.

En resumen, hay cautela y esperanza para los países con importantes reservas de minerales de tierras raras. No obstante, es necesario vigilar de cerca las relaciones mundiales por si se producen cambios en las preocupaciones y realineamientos geopolíticos. Los inversores y las empresas deben permanecer atentos a esta dinámica cambiante a la hora de considerar sus carteras.

Preparando el escenario: Cambios en los patrones y el poder mundiales

Según ha señalado el Fondo Monetario Internacional (FMI) en sus perspectivas de octubre de 2023, la invasión de Ucrania en 2022 dio lugar a la fragmentación de los principales mercados de materias primas. Y, más de un año y medio después del inicio del conflicto, esta geofragmentación ha empeorado a medida que han aumentado las tensiones entre China y EE. UU. por Taiwán y las actividades de China en el Mar de China Meridional contra aliados de EE. UU. como Filipinas, después de que los ataques contra Israel por parte de Hamás en octubre hayan amenazado con una ampliación del conflicto en toda la región de Oriente Medio, y a medida que las tensiones entre la OTAN y Rusia siguen siendo elevadas. Parece que actualmente nos enfrentamos a una cuestión global en torno a la producción y el suministro de energía. Se ha planteado un trilema que se centra en las preocupaciones en torno a la seguridad energética, la sostenibilidad y la asequibilidad.

La cuestión de la sostenibilidad es cada vez más complicada. Cada vez resulta más evidente que el ritmo del cambio climático se está acelerando. Las devastadoras consecuencias del cambio climático, junto con los avances tecnológicos, podrían acelerar los movimientos hacia la descarbonización global. Sin embargo, la transición hacia una energía limpia o “verde” es una tarea compleja, que requiere importantes inversiones en generación de energía, distribución de la red y otros requisitos de infraestructura energética, almacenamiento de energía y carbono, transporte y otras infraestructuras. Los objetivos mundiales de emisiones de carbono para el año 2050, basados en el acuerdo de París de 2015 para alcanzar el “cero neto”, es decir, la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) que se produce y la que se elimina de la atmósfera, han sido adoptados, según señalan las Naciones Unidas, por más de 140 países, incluidos los mayores contaminadores: China, Estados Unidos, la India y la Unión Europea. Esto cubre en torno al 88% de las emisiones mundiales. Esto significa que será necesario llevar a cabo una revolución energética verde para cumplir el objetivo. Además, el mundo sigue sin estar preparado para satisfacer el nivel de demanda de materias primas que se producirá en los próximos 5-10 años.

Como consecuencia, las energías renovables y los productos tecnológicos, como los vehículos eléctricos, que muchos consideran más sostenibles, han recibido una nueva atención. El interés mostrado hacia las energías renovables también podría atribuirse al deseo de un número creciente de países de mejorar su seguridad energética mediante la reducción de su dependencia de los volátiles mercados internacionales de la energía, que pueden verse fácilmente influidos no solo por los cambios en la oferta y la demanda, sino también por acontecimientos geopolíticos repentinos y catástrofes naturales. Esto se puso de manifiesto en el impacto que la invasión de Ucrania por parte de Rusia tuvo en los mercados del petróleo, el gas y los cereales. En su reciente informe Perspectivas de la Energía en el Mundo 2023, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha destacado que espera que la demanda de carbón alcance su punto máximo antes del año 2030 debido al impulso y el crecimiento de las energías limpias. La agencia también ha señalado que el crecimiento es especialmente notable dados los elevados tipos de interés, la inflación, los conflictos geopolíticos y la inestabilidad de los mercados energéticos.

A medida que el mundo abandone lentamente combustibles contaminantes como el carbón, el petróleo y el gas, tendrá que cambiar a fuentes de energía más limpias como la solar, la hidráulica, el hidrógeno e incluso la nuclear. Según ha dicho la AIE, el despliegue de las energías renovables en los sectores de la electricidad, la calefacción y el transporte es uno de los principales factores que permitirán mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 1,5 °C. En el escenario de emisiones netas cero para 2050, las energías renovables permiten descarbonizar casi por completo la generación de electricidad. Además, los combustibles renovables para el transporte y la calefacción renovable pueden reducir de forma significativa las emisiones en el transporte, los edificios y la industria. La AIE prevé que la energía eólica y la solar podrían representar el 70% de la generación de electricidad en 2050, por encima del 9% en 2020. También calcula que el mercado mundial de las principales tecnologías de energías limpias fabricadas en serie tendrá un valor de alrededor de 650.000 millones de dólares anuales en 2030 (aproximadamente 600.000 millones de euros), más del triple que los niveles actuales. De acuerdo con un estudio publicado por la Asociación Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) en marzo de 2023, las inversiones anuales para la transición energética tendrían más que cuadruplicarse en esta década si el mundo desea mantener una trayectoria que limite el calentamiento a 1,5 grados centígrados. El documento calcula que las inversiones mundiales acumuladas necesarias para alcanzar los objetivos climáticos del Acuerdo de París ascienden a 5 billones de dólares anuales en 30 años.

Todo esto se traduce potencialmente en una demanda masiva de metales como el litio, el cobalto, el cobre y el níquel, que son cruciales para construir tecnologías de energías renovables y transporte. De acuerdo con la AIE, para finales de esta década, el incipiente mercado del litio deberá triplicar su tamaño, mientras que la oferta de cobre se quedará corta en 2,4 millones de toneladas. La demanda mundial de estos materiales transformaría la suerte de los países que los producen.

Transición: La regulación marca el camino

La política es importante para cambiar la forma en la que se suministra y consume la energía en todo el mundo. La velocidad de la transición energética depende, según señaló Reuters en su Energy Transition Insights Event (Evento sobre perspectivas sobre la transición energética) celebrado en noviembre, de diversos factores, como los objetivos y las políticas nacionales y mundiales, las operaciones internas y las aportaciones de los accionistas. Tal y como señaló la Comisión Europea (CE), se espera que las energías renovables sigan creciendo hasta alcanzar más del 70% de la generación bruta de electricidad en el año 2030. La CE ya ha señalado que, aunque la producción de electricidad se ha mantenido más o menos estable durante los últimos 15 años, la cuota de las fuentes de energía renovables ha aumentado a un ritmo rápido en la UE hasta alcanzar el 38% del consumo bruto de electricidad en 2021 (frente al 16% de 2005).

Una de las formas en las que se dará este cambio en la producción y el uso de la energía es a través de la legislación. En Europa, el paquete de políticas “Objetivo 55”, cuyo objetivo es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% por debajo de los niveles de1990, presenta una serie de propuestas legislativas que exigirán una mayor inversión en energías renovables. De acuerdo con la Comisión Europea, para alcanzar los objetivos del paquete “Objetivo 55”, será necesaria una menor demanda total de energía combinada con un aumento significativo de las energías renovables en el consumo interior bruto, y ya se prevé que la combinación energética de generación de electricidad esté dominada por las energías renovables para 2025. Esto se traduce en que la demanda de metales básicos, materiales para baterías, tierras raras y minerales y metales relacionados tendrá que aumentar de forma exponencial a medida que la UE abandone los combustibles fósiles y se oriente hacia sistemas energéticos limpios, que necesitan más minerales. La UE alcanzó en noviembre de 2023 un acuerdo provisional sobre una Ley Europea de Materias Primas Fundamentales. Con esta ley, la UE pretende garantizar un suministro seguro y sostenible de materias primas críticas para la industria europea y reducir significativamente la dependencia de la Unión Europea de las importaciones de proveedores de un solo país. Esta incluye medidas destinadas a fortalecer las cadenas de suministro nacionales y reforzar el compromiso internacional para desarrollar asociaciones mutuamente beneficiosas con terceros países. Según la UE, estas medidas incluyen la identificación de una lista de materias primas fundamentales y otra de materias primas estratégicas esenciales para las tecnologías de la transición ecológica y digital, así como para la defensa y el espacio. También se fijan puntos de referencia para las capacidades nacionales a lo largo de la cadena de suministro de materias primas estratégicas que deben alcanzarse para 2030.

En EE. UU., el impulso político es la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), que vincula la política verde a la política industrial y comercial. Además, dado que la mayoría de algunas tecnologías renovables, en particular las células solares fotovoltaicas, se fabrican en China, y que este país también controla una elevada proporción de los metales de tierras raras utilizados en las energías renovables, incluida la capacidad de procesamiento de litio y cobalto, EE. UU. parece considerar este dominio como una amenaza para la seguridad nacional. Como resultado, Estados Unidos ha introducido una legislación para deslocalizar la importación de ciertos minerales, proporcionando generosos recortes fiscales a las naciones amigas. Sin embargo, según ha informado el Financial Times, Estados Unidos no es el único país preocupado por las cadenas de suministro, ya que otros gobiernos nacionales y transnacionales están estudiando de dónde pueden abastecerse de forma fiable de minerales esenciales sin tener que depender de China.

La IRA, junto con la Ley CHIPS y la Ley de Ciencia, una ley federal promulgada por el presidente Joe Biden el 9 de agosto de 2022, que proporciona alrededor de 280.000 millones de dólares en financiación para impulsar la investigación y la fabricación nacional de semiconductores en EE. UU., podrían ser interpretadas como respuestas directas a la amenaza percibida del dominio de los recursos por parte de China. De acuerdo con CRU, una consultora de metales, minería y minerales, en vez de limitarse a subvencionar la generación de energía o la inversión en capacidad, la IRA también subvenciona la cadena de suministro, creando incentivos para fabricar sistemas y componentes para energía solar, eólica, baterías, vehículos eléctricos e inversores en Estados Unidos.

¿Cuándo sabremos que estamos en un superciclo de materias primas?

Se ha anticipado un nuevo superciclo de las materias primas al menos desde el año 2021, debido a la necesidad de los países de cumplir los objetivos para 2050. En su lugar, hemos asistido a una deflación de las materias primas debido al endurecimiento de la política de los bancos centrales en los últimos dos años, lo que ha elevado el coste del capital y drenado la liquidez del mercado, de forma tanto física como financiera. Sin una inversión de capital suficiente para crear suficiente capacidad de suministro, los minerales necesarios para la producción de tecnologías que reduzcan las emisiones y cumplan esos objetivos seguirán estancados en un estado de escasez a largo plazo, con unos precios más altos y volátiles. De acuerdo con S&P, un superciclo plurianual requiere tres indicadores: ¿Está aumentando la oferta? ¿Está aumentando la demanda? ¿Están subiendo los precios? Si no se superan las tres pruebas simultáneamente, los mercados de materias primas no se encuentran en un superciclo.

Sin embargo, el hecho de que todavía no lo estemos no significa que no lo vayamos a estar pronto. La Agencia Internacional de la Energía ha dicho que la demanda mundial de combustibles fósiles alcanzará su punto máximo en 2030, a medida que aumenten las ventas de coches eléctricos y que la economía china crezca más lentamente y se oriente hacia energías más limpias. Según un informe de Bloomberg titulado “Los desiertos remotos de China esconden una revolución energética”, China está en camino de realizar el mayor despliegue de capacidad energética creada por el hombre. El país ha dicho que instalará más de 300 gigavatios de capacidad solar y eólica en 2023, casi el doble que un año antes. El total mundial en 2022 se situó en 338 gigavatios. S&P también ha informado de que un compromiso más agresivo con la transición energética por parte de las naciones del G-20 también podría crear las condiciones para un aumento sostenido de la demanda, la oferta y los precios. Uno de los principales factores, más allá del coste del capital, que ha provocado la inversión insuficiente en energías renovables hasta la fecha ha girado en torno a la rentabilidad real de las energías renovables. Según ha señalado la Comisión Europea, la rentabilidad depende tanto del nivel de precios de las materias primas energéticas como del precio del carbono, es decir, de los costes externos de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), y de la flexibilidad del sistema eléctrico para reducir el efecto de canibalización que las renovables tienen sobre sus propios ingresos. Con el fin de hacerlas rentables y de esta forma garantizar una inversión adecuada, es necesario que existan diferentes tipos de contratos a largo plazo que ayuden a estabilizar los ingresos de mercado de estas inversiones, beneficiando así tanto a los consumidores como a los productores y garantizando al mismo tiempo soluciones basadas en el mercado. La infrainversión que hemos visto hasta ahora en este ámbito ha contribuido a aumentar la vulnerabilidad de todo el sistema energético a las crisis de demanda.

¿Qué se necesitará para la transición “verde”?

Entre los elementos fundamentales para la transición energética se encuentran los 17 elementos de tierras raras. Estos reciben el nombre de “raros” debido a que rara vez se encuentran en cantidades suficientes para ser extraídos de forma fácil o económica.

Los metales de tierras raras son utilizados en una serie de dispositivos tecnológicos “tradicionales”, como smartphones, discos duros y pantallas, luces fluorescentes y de diodos emisores de luz (LED), e incluso en televisores de pantalla plana, láseres, pantallas de radar e imanes permanentes. También son utilizados cada vez con más frecuencia en tecnologías de energía limpia, incluida la fabricación de baterías. El litio, el níquel, el cobalto, el manganeso y el grafito son esenciales para el rendimiento, la longevidad y la densidad energética de las baterías. Estos metales son fundamentales para el uso en baterías de iones de litio, por lo que son necesarios para el almacenamiento de energía, mientras que otros usos incluyen imanes permanentes utilizados en turbinas eólicas y motores de vehículos eléctricos. El cobre es crucial para las tecnologías relacionadas con la electricidad. A pesar de que en 2023 los precios del litio han caído de forma drástica debido al exceso de oferta y a un desequilibrio entre la oferta y la demanda, especialmente en China, de cara al futuro está claro que, en parte debido a los cambios normativos y legislativos y a otros factores como la adopción continuada de vehículos eléctricos, habrá una demanda significativa que se traducirá en subidas sostenidas de precios que sugieren que se avecina un ciclo mayor en los próximos años. Los mercados del hidrógeno y el carbono también empiezan a mostrar un crecimiento tanto de la oferta como de la demanda. De acuerdo con BCG, se espera que la demanda mundial de tierras raras alcance las 466 kilotoneladas en 2035, frente a las 170 kilotoneladas de 2022, lo que representa una tasa de crecimiento anual compuesto del 8%. Reuters ha señalado que, aunque la energía solar fotovoltaica ha sido el destino más popular de la inversión durante el último año, esta tecnología se ha visto superada por el almacenamiento de energía, que ha atraído la mayor cantidad de inversión.

Aunque estos metales están repartidos por todo el planeta, la inmensa mayoría se encuentra en mercados emergentes como Brasil, China, Chile, la India, Vietnam, Sudáfrica, Tanzania, Tailandia y Rusia, con reservas más pequeñas ubicadas en Australia, EE. UU., Canadá, Groenlandia y otros países. De acuerdo con el FMI, los países latinoamericanos con grandes reservas de minerales críticos -como Chile, Perú, Brasil, México y Argentina- podrían beneficiarse sustancialmente de la creciente demanda de cobre, litio, magnesio y otros insumos esenciales para las tecnologías verdes y la descarbonización. Con los marcos políticos adecuados, estos recursos podrían atraer inversiones significativas y ayudar a desarrollar oportunidades para que los países latinoamericanos aumenten su participación en las cadenas de valor mundiales.

El impacto en las economías emergentes

El aumento del precio de las materias primas tiene, debido a la ubicación geográfica de muchos de estos metales y minerales de tierras raras, beneficios potencialmente inmensos para muchas economías de mercado emergentes. A pesar de que ha habido expectativas de un superciclo de materias primas, es decir, cuando el precio de las materias primas sube por encima de su media a largo plazo durante un largo periodo de tiempo, parece que se ha retrasado tanto por la aparición de la covid-19 como por el endurecimiento del crédito que siguió por parte de los bancos centrales de todo el mundo. El último superciclo de las materias primas se produjo realmente a principios de la década de 2000, impulsado por la demanda de materias primas debido a la rápida industrialización de China.

¿Quién está a la cabeza?

En lo que respecta a la producción y las cadenas de suministro de energías renovables, algunos países ya llevan mucha ventaja en términos de producción mundial. China controla casi el 80% de la capacidad mundial de producción de baterías y también ocupa una posición dominante en la cadena de suministro de producción de energía solar fotovoltaica (FV). De acuerdo con el Financial Times, los principales productores de litio son países como China, Australia y Chile, que representan en torno al 90% del mercado mundial. Otros países están empezando a aumentar la producción de cobalto, y en cuanto al níquel, los tres principales productores son Indonesia, Filipinas y Rusia, países que representan dos tercios del mercado. Estos países se conocen ahora como “superpotencias de las materias primas”. De acuerdo con el Financial Times, muchos están intentando captar más valor de sus minerales, realizando más procesamiento y fabricación de valor añadido a nivel nacional. Algunos intentan también controlar la oferta, nacionalizando los recursos minerales, introduciendo controles a la exportación e incluso proponiendo cárteles.

El Dr. Yueh, de la London Business School, cree que el foco del superciclo esperado recae cada vez más en la resistencia de la cadena de suministro, señalando que China ha disfrutado de una gran ventaja y que seguirá siendo un actor importante en los próximos años. El hecho de que las subvenciones y restricciones comerciales de EE. UU. o la UE, como sugiere la IRA de EE. UU., resulten eficaces para aumentar la capacidad nacional, frente a la competencia de China dependerá del sector. Lo que está claro es que el superciclo de materias primas que se espera que alimente esta transición será muy diferente de los superciclos anteriores. Esto se debe, en gran parte, a que los motores son muy diferentes, ya que el superciclo más reciente estuvo impulsado por la necesidad de un país de industrializarse y urbanizarse rápidamente. Tal y como ha señalado The Economist, la transición ecológica es fruto de las decisiones de muchos gobiernos, no de uno solo. Y es probable que la descarbonización del mundo lleve décadas.

El impacto geopolítico

Lo que está claro es que la producción de materias primas suele estar muy concentrada debido a los atributos naturales, y muchas materias primas son difíciles de sustituir a corto plazo. Una mayor fragmentación de los mercados de materias primas podría dar lugar a grandes cambios en los precios y a una mayor volatilidad de los mismos. De acuerdo con el FMI, los tres mayores proveedores de minerales representan alrededor del 70% de la producción mundial, por término medio. Esto, unido a la baja elasticidad de la demanda y a su uso en muchos procesos de fabricación y tecnologías clave, significa que las materias primas son objeto de un intenso comercio. Sin embargo, muchos importadores dependen de unos pocos proveedores. Esto significa que cuando se producen interrupciones del comercio, el daño económico será mayor. Los mercados emergentes con altas concentraciones de metales de tierras raras son conscientes de este hecho. Según el Financial Times, en el último año aproximadamente, Zimbabue y Namibia prohibieron las exportaciones de litio en bruto; Chile aumentó el control estatal sobre la minería del litio, y México creó incertidumbre en su industria del litio con una nueva revisión de las concesiones mineras. Indonesia, por su parte, añadió el control de las exportaciones de bauxita (ingrediente clave del aluminio) a su prohibición previa de exportar mineral de níquel en bruto.

Los inversores no solo deben preocuparse por los gobiernos individuales. A medida que aumenta la geofragmentación debido a los cambios en las alianzas geopolíticas, los productores de materias primas tienen un poderoso incentivo para cambiar de lealtad, dadas las diferencias potencialmente significativas en los precios de las materias primas entre los bloques comerciales. Según ha informado el FMI, esto provocaría más perturbaciones de la oferta, volatilidad e incertidumbre en los mercados de materias primas, poniendo en peligro la estabilidad fiscal, monetaria y financiera. En definitiva, a medida que aumenten los riesgos geopolíticos, es probable que los países, en especial los mercados desarrollados, se vuelvan menos abiertos y dependan más de la “deslocalización” y la “deslocalización amiga” de cadenas de suministro críticas que siguen siendo muy interdependientes y, en algunos casos, excesivamente concentradas. Esto podría provocar una subida de los precios. En resumen, la creciente geofragmentación de los mercados de minerales, impulsada por los temores en materia de seguridad, podría encarecer la transición hacia una energía limpia.

Un ejemplo de geofragmentación se produjo en julio de 2023, cuando China decidió limitar la exportación de galio y germanio, metales utilizados en la fabricación de una serie de productos de importancia estratégica, como vehículos eléctricos, microchips y algunos sistemas de armamento militar. Esto tensó todavía más su relación con Estados Unidos y Europa y les ha llevado a desarrollar sus propias políticas industriales, como la Ley de Industria Neta Cero de la UE.

Así que lo que está claro es que la fragmentación de los mercados de minerales no solo haría más costosa la transición energética, sino que también afectaría al desarrollo de tecnologías más sostenibles y potencialmente, a largo plazo, más baratas. Según ha dicho el FMI, estos minerales están muy concentrados geográficamente y sus elasticidades de demanda y oferta son bajas, por lo que las interrupciones del comercio podrían aumentar la presión al alza sobre los precios de los minerales en el bloque en el que la demanda supere a la oferta tras la fragmentación. Sin embargo, el bloque rico en minerales no puede beneficiarse del exceso de oferta, ya que la capacidad de refinado no puede ampliarse rápidamente. Y, como señala The Economist, las inversiones importantes pueden convertirse en víctimas de las condiciones locales y la geopolítica. Enormes rentas (corrupción) podrían corroer los mercados nacionales y las instituciones políticas. Los autócratas de los mercados emergentes, enriquecidos por estas entradas, podrían crear problemas más allá de sus fronteras participando en escaramuzas regionales o fomentando disturbios civiles en países y/o regiones vecinos.

¿Cómo afectará esto a los mercados financieros?

El movimiento hacia el cero neto también ha provocado el aumento de la inversión sostenible o ESG. Este mercado ha crecido de forma significativa durante los últimos años, pasando de un volumen total de activos bajo gestión de ESG de 2,2 billones de dólares en 2015 a 18,4 billones de dólares en 2021. Las inversiones suelen centrarse en acciones o ETFs que cumplen determinados criterios ESG o en bonos “verdes”, es decir, bonos emitidos con el compromiso de utilizar exclusivamente los fondos recaudados para financiar o refinanciar proyectos, activos o actividades empresariales “verdes”. PwC estima que en EE. UU. los activos bajo gestión de ESG del sector de gestión de activos y patrimonios se situaron en 4,5 billones de dólares a finales de 2021, pero que podrían, gracias a la regulación, más que duplicarse hasta alcanzar los 10,5 billones en 2026. A nivel mundial, PwC prevé que la cuota de ESG en el total de activos bajo gestión aumente del 14,4% en 2021 al 21,5% en 2026, disparándose hasta los 33,9 billones de dólares. De acuerdo con Morningstar, los fondos sostenibles globales atrajeron 13.700 millones de dólares en entradas en el tercer trimestre de este año, la mitad de los 23.600 millones revisados del trimestre anterior. Aunque ha aumentado de forma considerable el interés de los inversores minoristas e institucionales que excluyen la industria del petróleo y el gas y se centran en lo que se denominan fondos “sostenibles” o ESG, estas industrias siguen prosperando. En la actualidad, según una investigación llevada a cabo por Gautam Jain en el Center on Global Energy Policy (Centro de Política Energética Global) de la Universidad de Columbia, las pruebas de que el acceso a la financiación de las empresas petroleras y gasísticas esté restringido por consideraciones ESG de las instituciones financieras parecen, en el mejor de los casos, escasas.

El desarrollo de nuevas superpotencias de materias primas también podría afectar significativamente a los mercados emergentes y a algunos mercados desarrollados. Según The Economist, estas nuevas superpotencias de materias primas podrían embolsarse más de 1,2 billones de dólares en ingresos anuales procedentes de metales relacionados con la energía para 2040. Sin embargo, la historia de los booms de las materias primas muestra que esta bendición de los recursos también puede ser una maldición, ya que pueden contribuir a la desigualdad de los ingresos nacionales y crear disturbios civiles a medida que las facciones compiten por el control de los recursos. El nacionalismo de los recursos suele aumentar cuando los precios de las materias primas son altos o cuando se acercan las elecciones.

Por tanto, es probable que los mercados financieros mundiales se vean afectados de varias maneras. Según ha señalado Reuters en su encuesta a los participantes durante su evento sobre Transición Energética de noviembre de 2023, los dos motores más comunes para desarrollar una estrategia de transición energética son el cumplimiento de una estrategia empresarial a más largo plazo y una oportunidad de crecimiento. Los mercados de valores se verán afectados por cambios en la normativa financiera y operativa que pueden reducir los beneficios globales y, por tanto, el valor de las acciones. La UE introdujo un Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono a partir de octubre de 2023 que, según ha observado KPMG, acabará exigiendo que quienes importen algunos bienes paguen un precio equivalente por sus emisiones a los fabricantes radicados en el bloque. Australia y el Reino Unido, que tienen comercio de derechos de emisión, están estudiando mecanismos similares. De acuerdo con KPMG, la India podría cuestionar el mecanismo de la UE y Sudáfrica está estudiando cómo responder, pero con el tiempo parece probable que los ajustes fronterizos refuercen la importancia de la producción con bajas emisiones de carbono como fuente de ventaja competitiva.

La forma más evidente en la que un superciclo afectaría a estas nuevas superpotencias de las materias primas es a través de su moneda. Las entradas de capital procedentes de proyectos de energías renovables y sostenibilidad provocarían la apreciación de la moneda nacional. Esto tendría un impacto tanto positivo como negativo. Estas entradas podrían ayudar al crecimiento económico general, ya que podrían conducir a una relajación de las restricciones crediticias nacionales, facilitando así la inversión interna. Sin embargo, la apreciación de la moneda perjudicaría a los exportadores. No obstante, existen importantes oportunidades para los inversores en los mercados de renta variable, ya que tanto las empresas de minería como las de energías renovables y las tecnológicas tendrán un papel que desempeñar en la transición ecológica.

Unas perspectivas de crecimiento potencialmente mejores podrían tener un efecto positivo más amplio. Con un mayor crecimiento económico, aumentan los ingresos públicos al ampliarse la base impositiva. Esto significa que, para una gran cantidad de economías emergentes, el gasto fiscal ya no dependería de la emisión de bonos a tipos de interés elevados. Por desgracia, tal y como señala The Economist, la historia ha demostrado que lo que suele ocurrir es que los gobiernos se embarcan en atracones de deuda en épocas de bonanza que desencadenan crisis fiscales cuando el ciclo cambia. Esperemos que esta vez la historia no se repita y los países ricos en minerales sean capaces de captar una mayor parte del valor económico de esos recursos.

Conclusión

Las devastadoras consecuencias del cambio climático, junto con los avances tecnológicos y la preocupación por la seguridad energética y de la cadena de suministro, están empujando a los gobiernos hacia la descarbonización mundial. Sin embargo, la transición a la energía “verde” procedente de fuentes renovables y el uso de productos “verdes” como los vehículos eléctricos es complicada y exigirá un replanteamiento significativo de la forma en la que se genera, distribuye, almacena y fija el precio de la energía. El próximo superciclo de las materias primas, basado en la demanda de los minerales necesarios para la transición ecológica, se ha anticipado durante los últimos años, pero todavía no ha llegado, en gran medida debido a acontecimientos extremos como la covid y la restricción del capital mundial que le siguió. Sin embargo, a diferencia de los superciclos anteriores, es probable que el próximo dure mucho más tiempo, dado que el principal impulso, la transición verde, tendrá lugar a lo largo de décadas.

Si los países deciden ahora empezar a invertir en serio en energías y tecnologías renovables, es probable que estos impulsen el cambio a través de la regulación y la política industrial para contribuir a garantizar su propia seguridad energética y tecnológica.

Para los países que poseen los minerales de tierras raras y otros recursos naturales necesarios para la transición verde, su capacidad para convertirse en superpotencias de las materias primas dependerá de su capacidad para evitar la geofragmentación, ya que esto solo contribuirá a aumentar el coste de la transición con el consiguiente resultado de deprimir la inversión y la demanda mundial.

Para los inversores, las oportunidades de la transición verde son múltiples e incluyen el aumento potencial de las acciones de las empresas que se dedican al desarrollo de tecnologías de transición y a la minería de los recursos necesarios para ello, así como una mayor rentabilidad del comercio de divisas en estas economías. También existen importantes oportunidades en instrumentos ESG como los bonos verdes y valores de renta variable respetuosos con las ESG.

Lo que está claro es que la transición hacia las energías renovables y las tecnologías sostenibles continuará durante las próximas décadas. El hecho de que los países sean capaces o no de convertirse realmente en superpotencias de las materias primas dependerá en gran medida de lo bien que aprendan de las lecciones del pasado y eviten los comportamientos y actos que pueden ahogar el crecimiento mundial de las energías renovables.

Referencias

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  17. Our World in Data (Nuestro mundo en datos)
  18. PwC: Asset and wealth management revolution 2022: Exponential expectations for ESG (Revolución en la gestión de activos y patrimonios en 2022: Expectativas exponenciales para las ESG)

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